sábado, 24 de abril de 2010

Elegir


Dicen que elegir te hace crecer. Yo no creo eso, mejor dicho, elegir mal es lo que realmente te hace crecer. De nada sirve que todo en la vida te salga bien, porque como todos pueden haber pensado alguna vez, sufrir es directamente proporcional a la maduración racional. De que te puede llegar a servir que todo en tu vida sea una recta con una pendiente ascendente? Porque justamente, es una recta, es plana, sin emoción y sin sorpresas. En criollo (o por lo menos en terminos menos aritméticos), se crece a prueba y error, y el fracaso se vuelve la materia prima de la experiencia. Por supuesto que hay que saber como manipular el sentimiento. No basta con solo con pasar algunos desazones en la vida, hay que masticar el error, pensarlo y repensarlo, flexionarlo y reflexionarlo (?). y si supiste escupir la cascara y comer el fruto, en ese momento sabés que no sos la misma persona que ayer. Y de repente ese pequeño cumulo de decepciones aumenta de manera exponencial, hasta el absurdo punto de plantearte cuestiones metafísicas y filosóficas relacionadas con Dios, el Karma y el sentido de tu vida. Malísimo. Tanto pensar, tanto cuestionar, tanto equivocarse te convierte gradualmente en un ser calculador, bastante más frío y mucho más desconfiado. Pero, ¿Es bueno? ¿No es mejor la espontaneidad a actuar como un autómata para todo lo que realizas en tu vida? Mitad y mitad. Llegado cierto punto estás cansado de comer la fruta de la experiencia, y querés que todo salga como lo planeas, porque te aburriste de sufrir y de esperar cosas que evidentemente la gente no te da. Pero los sentimientos no tienen ecuaciones matemáticas, poco se pueden controlar realmente y no hay nada más liberador que sentirlos a flor de piel. En este momento hacés la verdadera elección. Es posible llegar al equilibrio, pero es más fácil actuar de una manera u otra.
A que iba todo esto?
A que yo ayer a la noche tuve que elegir. Podía quedarme durmiendo en mi casa, o salir. Estaba terriblemente cansado, pero me cayó un pensamiento como un yunque de plomo en la cabeza que decía: Si no aprovechas ahora, cuando?
Terminé saliendo, y estoy contento de decir que no crecí nada. (Tomé la decisión correcta)


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Recordó mi existencia